El auténtico problema o piedra de toque de toda espiritualidad se encuentra expresada en los dichos evangélicos: «la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los Cielos» o bien «Si la semilla no cae en tierra y muere no da fruto» o bien «Somos sembrados en corrupción; resucitamos en incorruptibilidad». Todas ellas se refieren a la distinción entre personalidad, yo, o ego corriente y alma-espíritu divina que ha de nacer en el hombre.
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La mente, el yo, el espíritu
Con frecuencia nos encontramos confusos: malestar, sentimientos encontrados, falta de claridad mental. No estamos centrados y en paz. En estos casos, algunos de nosotros pensamos no estar bien, espiritualmente hablando.
Sin embargo, el espíritu en sí mismo permanece tranquilo más allá de nosotros mismos y si conseguimos dejar a un lado el yo, no hacernos caso a nosotros mismos, confiar en lo interior y abandonar deseos y cabezonerías, de pronto encontramos la paz.
Para recorrer el Camino: deponer el yo.
La mayoría de sistemas de liberación o salvación, están circunscritos dentro de la personalidad. Dan vueltas intelectuales alrededor del mismo punto: el yo.
El yo que tiene una sabiduría ladina, instintiva, de animal cultural de milenios y milenios de duración, no quiere morir, quiere fortalecerse y regir sobre todo el Hombre.
Los problemas recurrentes de la humanidad
En la Sabiduría Universal -que es eterna siempre que se adapte a los tiempos cíclicos y a la parte del ciclo que recorre la humanidad-, existe una clasificación del hombre en tres tipos:
En primer lugar el llamado hombre Hylico (del griego hylé, materia). Es el hombre sensual, propiamente biológico, apegado al cuerpo y a sus apetitos y que utiliza una razón muy poco desarrollada para satisfacer las necesidades corporales.
El desarrollo de la luz del Alma
La luz penetra en el alma sólo cuando el yo biológico, la personalidad dialéctica corriente, se neutraliza. Y ésto no se puede conseguir por ningún procedimiento, método o técnica de meditación, sino cuando se practica la no-acción preconizada en Tao, cuando el yo biológico o personalidad corriente se rinde en aras del Cristo interior: «El Reino de Dios dentro de vosotros está»; «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto».
El buscador
No podemos acercarnos a la Sabiduría viviente y vibrante si antes no hemos sido preparados por la vida mediante desengaños, sufrimientos. Esta preparación no es más que la profunda comprensión y constatación de que, en sí misma, la vida, el mundo, no tiene sentido por sí mismo. Por tanto, el siguiente paso es intentar descubrir dónde reside su sentido.
Encontrar el Camino
Cuando de verdad se comprende la clave cada vez necesitamos menos ningún libro; es la propia radiación del Espíritu la que nos va iluminando con una simple mirada de aspiración del alma, mirada que desea la liberación sin nombre ni pensamiento.
El pensamiento especulativo, la inteligencia, por su propia naturaleza es incapaz de abarcar este campo de Luz infinito que da la liberación; no obstante sirve, durante un tiempo, para ver donde está la meta y hacia donde dirigirse sin engaños espirituales, los cuales crecen por doquier en la vida.
Tao The King: El sabio previene antes de que suceda
Tao The King Capítulo LXIV
Lo que está en reposo es fácil de retener.
Lo que no ha sucedido es fácil de resolver.
Lo que es frágil es fácil de romper.
Lo que es menudo es fácil de dispersar.
Prevenir antes de que suceda,
y ordenar antes de la confusión.
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La Gnosis china: Las cinco cualidades de los sabios filósofos
LA GNOSIS CHINA
EXPLICADA SEGUN LA PRIMERA PARTE DEL TAO TE KING DE LAO TSEU
POR JAN VAN RIJKENBORGH Y CATHAROSE DE PETRI
CAPITULO 15-I
LAS CINCO CUALIDADES DE LOS SABIOS FILOSOFOS
Un filósofo es alguien que busca la sabiduría. Un filósofo, en sentido original, es alguien que aspira a la sabiduría divina.
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Tao The King: Capítulo LXXVI. Evitar la fuerza
La tendencia inevitable de nosotros, seres identificados con la materia y el egoísmo duro como la piedra, es adorar la fuerza.
Admiramos todo lo fuerte, extremado, violento, rígido. Olvidamos que todo lo fuerte está ya cristalizado en una forma y, por tanto, sólo le queda luego la decadencia. Olvidamos que la tormenta más fuerte descarga antes y termina.
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