Krishnamurti: donde hay observador no está la luz ni el amor

«La libertad consiste en ser luz para uno mismo; enton­ces la libertad no es una abstracción, una cosa invocada por el pensamiento. La verdadera libertad lo es con res­pecto a la dependencia, al apego, al anhelo de experien­cias. Ser luz para uno es estar libre de toda la estructura del pensamiento. Es en esta luz que toda acción tiene lugar, y por eso la acción jamás es contradictoria.

La contradicción existe cuando esa ley ?la luz? se separa de la acción, cuando el actor está separado de la acción. El ideal, el principio, es el estéril movimiento del pensar, el cual no puede coexistir con esta luz; el uno niega a la otra. Esta luz, esta ley, está separada de uno mismo; donde hay un observador, esta luz, este amor no existe. La estructura del observador está construida por el pen­samiento, que nunca es nuevo, que nunca es libre. No hay un ‘cómo’, no hay sistema ni práctica alguna. Sólo existe el ver ?que es el hacer. Uno tiene que ver, no a través de los ojos de otra persona. Esta luz, esta ley, no es pertenencia de nadie, ni de uno mismo ni de algún otro. Sólo existe la luz. Esta luz es amor.«

(Brockwood Park, Inglaterra, 24 de septiembre de 1973. En Krishnamurti, La Mente en Meditación, editorial Kairós, página 180)

¡Cuántos simulacros de libertad! ¡Cuántas promesas!; en el esoterismo, en sectores religiosos cristalizados que han perdido su esencia, en supuestos paraísos políticos, sociales o científicos…
«La verdadera libertad lo es con res­pecto a la dependencia, al apego, al anhelo de experien­cias.» nos dice Krishnamurti. Es decir, hasta que no purificamos la personalidad de su afán sin término de persecución de lo mutable, de aquello que sólo es subir, brillar un poco y luego perecer en la vida, no estamos en la luz, la paz y el amor verdaderos -no puede ser sino perecedero aquello que es material y limitado en sí mismo.

«Estar libre de toda la estructura del pensamiento» y, sin embargo, que la acción fluya de este no pensamiento. ¡Qué magnífica confluencia con el Camino del Tao, con la esencia de la realización del Satori en el Zen y con la verdadera mística de todos los credos de la Tierra!

«donde hay un observador, esta luz, este amor no existe», ya que el observador depende de su pasado, de sus experiencias; está determinado por su cerebro limitado, por su cultura dependiente de un tiempo y un espacio, de una sociedad. El observador está limitado, determinado a dar vueltas sobre lo mismo. Por su esencia no puede llegar al Reino de lo Ilimitado, donde sólo puede habitar la luz. De aquí que no pueda existir un método para la liberación, una fórmula… ya que, como dice Krishnamurti, «Esta luz, esta ley, no es pertenencia de nadie, ni de uno mismo ni de algún otro. Sólo existe la luz. Esta luz es amor.»

4 comentarios en “Krishnamurti: donde hay observador no está la luz ni el amor

  1. La libertad está en el respecto hacia uno mismo y hacia los demás, sentirse libre de apegos no solo respecto a las personas, también respecto a las cosas, y sobre todo, a los temores, esos miedos que tantas veces nos impiden caminar y evolucionar, porque tememos dar esa decisión por temor a equivocarnos coartando de este modo nosotros mismos nuestra propia libertad.

    Me ha encantado este tema amigo Juan, es una manera de enfocarnos hacia la reflexión.

    Un beso.

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