No ver la viga en el propio ojo

LA LUZ DEL MUNDO. EXTRACTOS DEL SERMÓN DE LA MONTAÑA J. Van Rijckenborgh

Capítulo I

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VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con que salarla? No sirve mas para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder; y no se enciende una lámpara para ponerla sobre el celemín sino sobre el candelero y alumbra a todos los que están en la casa.

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que esta en los cielos.

(MATEO 5:13-16)

Los hombres que aspiran a una liberación espiritual o material acusan indefectiblemente al mundo y a la humanidad, reprochándoles la degeneración desenfrenada de la vida; sus violentas críticas denuncian las heridas y los errores, pero siempre al exterior de ellos mismos. Echáis en cara a vuestros enemigos todo lo que es malo, mediocre e inhumano, y nadie puede decir que vuestros juicios sean inexactos. La mayor parte tienen un fondo de verdad. La mancha de la sangre es tan considerable, los defectos humanos tan enormes, los crímenes cometidos individualmente y en grupo tan chocantes, que casi todas las críticas dan en el blanco.

Pero si con el fin de evitar todo malentendido, hemos admitido previamente que la justicia, en sentido absoluto, debe triunfar en este mundo y realizarse, es necesario hacerse la pregunta: ¿La crítica es un buen medio para sacar a la luz los errores fundamentales del ser humano?

Criticando sistemáticamente, se busca y se encuentra siempre el error fuera de si mismo; raramente uno se pregunta si el hombre caído es capaz verdaderamente de una crítica objetiva, y si está en condiciones de ver y de juzgar de una manera pura.

Si hubiéramos reflexionado suficientemente sobre ello, hubiéramos descubierto, por ejemplo, que la Sabiduría Universal nos enseña que el ser humano únicamente puede ver a su prójimo, a las cosas y a los valores que le rodean, a través de su propia esfera aural. Ahora bien esta esfera aural no es pura, ni perfectamente transparente sino que está coloreada y dañada por nuestro propio estado sanguíneo, por nuestro propio estado de ser.

Igualmente descubriríamos que el yo cree siempre que tiene razón, que es atacado, que ve y actúa de la manera justa, que debe ser honrado y reconocido. El yo vive en la ilusión de su realeza. Y como una ilusión es una ilusión, esta realeza es atacada necesariamente por las leyes naturales.

De ahí el instinto de conservación del yo: << ¿Quien osa acusarme a mí, poner en duda mi realeza, atacar a mi estado de ser? ¿Quien me hace caer de mi trono, de mi nivel de vida escrupulosamente edificado, de manera que paso hambre, carezco de vestidos, de combustible, de luz, de todo?>>. Y mi odio, mi cólera, estallan contra aquel que, a partir de la ilusión de mi yo, de mi sueño de realeza, me inflige todo esto. ¿Hay una experiencia peor para el rey-yo, que con un buen salario vive en su casa moderna, a todo confort, con calefacción central, radio y televisión, que cada tarde traga, leyendo el periódico, su cotidiana dosis de veneno y que cada año parte tres semanas de vacaciones a la orilla del mar?.

Vosotros que aceptáis la idea de que la justicia deberá triunfar necesariamente en el mundo, vosotros que habláis sin cesar de vuestros supuestos enemigos, ¿no os ha llegado el tiempo de callar y de comprender al fin que vivimos, en nuestra época, la crisis de la ilusión del yo, que somos lanzados fuera de nuestros confortables salones, que nuestro nivel de vida estalla en pedazos, porque la medida está colmada?.

¿Y no ha llegado para nosotros el tiempo volvernos, con amargura hacia nuestro propio yo?. Si queréis derramar vuestras críticas mordaces, vertéis el vitriolo sobre vuestra propia persona.

Iluminar vuestra propia desnudez y ved vuestro miserable estado.

2 comentarios en “No ver la viga en el propio ojo

  1. La Luz del mundo, sí, somos eso y nuestro trabajo es construir ese mundo de almas encarnadas en Dios.
    Hoy día todavia hay muchas personas de conciéncia dependiente a otro Ser mayor que ella misma, ello es un retroceso para
    ese reino que llamamos Hijos de los Hombres y de Dios.
    Cuando toda la humanuidad actue en libertad de conocimiento interior súpremo, se habrán acabado todas las barreras de las
    imposiciones.
    Muchos los llamados, pocos los elegidos…
    Nueva era… Nuevo aprendizaje, dejar las muletas y vaciar la mochilla de lo no admisible.

    Gracias.

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