Tao The King. Capítulo XII

Demasiado color ciega el ojo,
Demasiado ruido ensordece el oido,
Demasiado condimento embota el paladar,
Demasiado jugar dispersa la mente,
Demasiado deseo entristece el corazón.

El sabio provee para satisfacer las necesidades, no los sentidos;
Abandona la sensación y se concentra en la sustancia.


El ser humano es dado a apegarse. Es dado a los excesos de amor, de odio, celos, envidia, resentimiento, curiosidad excesiva.

Todo estado verdaderamente placentero, de equilibrio, de inteligencia profunda y de paz con nosotros mismos, con los demás y con la Sagrada Unidad del Cosmos, con la Divinidad, o como quiera que se la quiera denominar, viene de «satisfacer las necesidades, no los sentidos» que realiza el sabio; de ese «abandona la sensación y se concentra en la sustancia«. Nunca de lo superficial, nunca de lo pasajero de los sentidos; siempre de lo sustancial, de la esencia que fluye.

En la más profunda sabiduría o Gnosis se dice como regla de vida: “Recibirlo todo, entregarlo todo y, por ello, renovarlo todo.», es decir, entrar en el divino flujo de las energías sin apego a nada. En cuanto nos apegamos nos cristalizamos. La esposa de Lot cuando junto a éste y su familia, huyendo de Sodoma, echa la vista atrás, queda convertida en estatua de sal.

 

6 comentarios en “Tao The King. Capítulo XII

  1. Demasido ruido, demasiada oscuridad, demasiados sentimientos negativos que destruyen nuestras almas, algunas veces es dificil encontrar la luz.

    Me ha encantado tu entrada, amigo Juan, disculpa mis ausencias.

    Un beso.

  2. Gracias por el comentario María. En efecto todo esto rompe las energías del alma.

    No hay de qué, sé que has de intervenir en muchos blogs amigos.

    Un fuerte abrazo.

  3. Efectivamente, cuan apegado es el hombre a las cosas materiales, que no tienen trascendencia.
    El dinero, los bienes materiales, el poder, pueden convertirnos en sus esclavos. Es preciso
    mentalizarse en el sentido de no apegarse a nada, ni siquiera a la vida corporal y pensar en lo que nunca cambia y permanece a través del tiempo.

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