El buscador

El buscador

 

No podemos acercarnos a la Sabiduría viviente y vibrante si antes no hemos sido preparados por la vida mediante desengaños, sufrimientos. Esta preparación no es más que la profunda comprensión y constatación de que, en sí misma, la vida, el mundo, no tiene sentido por sí mismo. Por tanto, el siguiente paso es intentar descubrir dónde reside su sentido.

Los seres culturales que pululan aún bajo la hipnosis que los Eones* de la naturaleza caída ejercen sobre nosotros por medio de todos los aspectos de la cultura, no están preparados para ver este sentido. Se obstinan en divinizar este mundo.

Quien capta que la divinización o liberación de la humanidad no está en factores sentimentales o mentales generados por nuestra naturaleza biológica ya comienza a ver parte del diseño original.

Al hombre «cultural» frecuentemente le gusta escucharse a sí mismo, dar «conferencias» cada vez que habla; ser altisonante al no tener fondo verdadero. Carece de sensibilidad con los aspectos verdaderamente espirituales. No se da cuenta, es algo subconsciente.

El fondo de este problema del buscador es darse cuenta que no se puede captar la realidad espiritual que es «El Reino de los Cielos dentro de vosotros está» con el intelecto sino con la intuición espiritual. Ese es nuestro otro yo. El sol radiante, lo Otro que ha de despertar. Nuestro yo o personalidad ha de abandonarse a El.  Es Juan que cede a Jesús cuando lo reconoce. Juan es el buscador, el yo que busca; Jesús es la nueva alma que despierta.

La gente está descontenta porque le va mal con la crisis, no porque se haya vuelto de verdad más moral -y menos aún- más espiritual. Esa es la realidad. Nadie se vuelve espiritual sino cuando renuncia a su yo mundano y hace un sitio al despertar de lo Otro que yace dormido en nosotros. El yo tiene una naturaleza animal aunque esté cultivado por la cultura. Es un yo puramente biológico, un yo para la supervivencia que no se puede redimir; ha de ceder el paso al Otro: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto».

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* Eones: grupos dominantes jerárquicos de la esfera espacio-temporal. Es la formación de poder metafísica más elevada que la humanidad caída ha originado. Ellos abusan de todas las fuerzas de la naturaleza dialéctica y de la humanidad, impulsándola a actividades impías en provecho de sus oscuras intenciones. Estas entidades han logrado liberarse de la rueda de la dialéctica, a costa de horribles sufrimientos de la humanidad, una libertad que ellos, en su angustia por auto-mantenerse, sólo pueden conservar en base a un crecimiento ilimitado del sufrimiento del mundo y a su mantenimiento. En su colectividad, son denominados jerarquía dialéctica o “los amos de este mundo”.

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