¿Cómo se debe actuar para no obstaculizar la liberación?

cielo+alma

El buscador, por diversos medios y modos, busca el Camino. Desea la liberación, la felicidad absoluta y el estar en el mundo sin ser del mundo. El auténtico buscador que ya participa algo de la fuerza y luz del Camino, desea ayudar a los demás a liberarse y este ayudar en servicio a sus semejantes le libera aún más a él.

El problema es que Juan, Enrique o Pablo, por poner ejemplos de personalidades,  nunca pueden liberarse; es decir, no podemos divinizar la personalidad. No soy yo como Juan quien se libera y se vuelve luz, poder y felicidad -se diviniza-, ya que:  «la carne y la sangre no pueden heredar el reino de los cielos».

El que se libera es el Otro absolutamente distinto que vive en mí pero está dormido y aún no ha cobrado conciencia. El ser celeste. Y lo hace cuando la semilla – la personalidad o ego-» cae en tierra y muere». Entonces nace radiante la nueva planta, el nuevo ser, el ser celeste.

Juan, Enrique o Pablo seguirán tal como están, «dormidos», hasta que tomemos profunda conciencia de esta verdad Universal de todas las sabidurías uténticas de la Tierra a lo largo de los milenios: Buda, Hermes, Lao Tse, Jesucristo…

El yo no puede desactivar al yo para que disminuya; es como si me subiese en una tabla y la agarrase por los dos extremos a ambos lados de los pies e intentara levantarme a mí mismo; eso es lo que hace el que pretende cortar el pensamiento mediante el pensamiento o eliminar el deseo mediante el deseo. Es decir, sólo se consigue  fortalecer más el yo.

Esto no significa que no debamos hacer nada en la vida, pero, todas las soluciones que tomemos son absolutamente relativas y su importancia es completamente menor en relación al problema del renacimiento o despertar del hombre original que duerme en nosotros.

El auténtico pensamiento no determinado -unido a la felicidad que produce y al profundo sentido de liberación-, nace más allá de la mente; solamente puede nacer del pensamiento del corazón lo cual no quiere decir sentimentalismo, ya que han de vaciarse tanto el corazón como el cerebro tal como son ahora. El propio corazón con sus sentimienos y emociones están también contaminados de egocentrismo al igual que la mente.

Para el espíritu  la importancia de los asuntos humanos es relativa; lo cual no quiere decir que no atendamos a los mismos y cumplamos perfectamente nuestros deberes familiares, sociales, políticos, etc.; en realidad, lo auténticamente importante es que pongamos todo en relación con la liberación del alma-espíritu en tanto estos asuntos la facilitan o la perjudican.  Podemos pensar en aquella sentencia de Jesús: «dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»  Es decir, es necesario actuar como creamos que debemos hacerlo y olvídarnos del problema; nada tiene en absoluto mayor importancia sino el problema de la liberación.  Hay que estar bien convencido de esto; si no es así, no se puede hacer nada en el campo espiritual. Progresaremos en otros campos quizás, pero no en el del espíritu-alma que se acerca a su liberación.

 

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