La Kabbalah es uno de los restos fidedignos que quedan de la sabiduría original entre tanto esoterismo adulterado que no conduce ya a la patria original celeste. No obstante, cada cosa cumple su función y compete al buscador degustar y juzgar, discerniendo lo mejor de entre lo que a barullo parece lo mismo.
Existen diferentes formas de Kabbalah. Cuando el método es la meditación el problema es que algo que funcionó para la liberación suprema a los orientales y, en anteriores siglos -hasta cierto punto- a los occidentales, ahora, los cuatro cuerpos inferiores del hombre, el mental, el cuerpo emocional, el etérico y el físico, han cambiado tanto que no reaccionan a los métodos de concentración, meditación, etc. sino que expansionan aún más el falso yo superior agravando el problema en orden a la auténtica liberación. Se han cerrado a este tipo de influencia liberadora.
Existe otro tipo de Kabbalah que es pura devoción inteligente y razonada hacia el Padre, lo divino fundamental en nosotros; el verdadero Maestro interior o Cristo Cósmico.
En ella, como en toda auténtica sabiduría se da la ofrenda del yo plenamente y su subordinación a El: «Sin Mí nada podeis»; «Si el grano de trigo (el yo egocéntrico) no cae en tierra y muere, no da fruto (no despierta el Otro celeste que llevamos dentro)».
Esta Kabbalah sí que está en línea, plenamente, con la más pura revelación evangélica tal como aparece en Pablo, por ejemplo, o bien en la Gnosis egipcia original (Hermes Trismegistro o en los Cátaros.
Existe un libro que, creo, cumple con la expresión de esta gnosis hebrea, si se nos permite así llamarla.
ocultos por tanto tiempo, y su relevancia en nuestras vidas. Otro notable legado fue su amado estudiante el Kabbalista Rav Yehuda Brandwein quien lo sucedio como lider espiritual del Centro de Kabbalah.