La sabiduría no es conocimiento

Es algo muy común en Occidente pensar que para lograr la sabiduría, iluminación o salvación  es necesario realizar un gran esfuerzo en acumular gran cantidad de conocimientos (aunque estos conocimientos se llamen especiales tales como los religiosos o esotéricos). También el aspecto del esfuerzo para lograr esos conocimientos suele ser mal entendido. Si se trata de un empeño del yo movido por el deseo,  por la ambición de salvación, por la voluntad condicionada por experiencias y creencias anteriores y por los deseos egoístas

conectados a todo ello, es imposible conseguir esta iluminación. Seguiremos en la rueda de maya, dentro de la pequeña personalidad cerrada, egoísta no abierta a los demás ni tampoco a Dios, no abierta a la auténtica vida, no abierta al amor sin condiciones que libera:

«El conocimiento del universo sólo a través de marcos es lo que la filosofía hindú conoce como maya, es la idea de que tal conocimiento es, en cierto modo, sólo una ilusión. La palabra maya está relacionada  con las nuestras ‘metro’, ‘matriz’ y ‘material’ pues procede la raíz sánscrita ma, ‘medir’. Y medir es encuadrar: es describir un círculo aislándolo de lo demás, es establecer los límites con reglas y con líneas y es señalar los minutos con un reloj en la mano.»

(Alan Watts, Hablando de Zen.  Editorial Sirio, Málaga, 1996, página 18.)

Por tanto, es necesario un abandono total de la personalidad en cuanto a este intento de liberación y un confiar y entregarse al Otro Poder a la Fuerza Ilimitada que funda y rige el Universo. Este abandono de las propias y pequeñas fuerzas de nuestra limitada mente y deseo es una tarea que, por su simplicidad, es dificil de lograr.

«La dificultad en lograr ese abandono total estriba en que la idea de ‘debo hacer algo para lograrlo’ está tan profundamente arraigada en nosotros que incluso el abandono o ‘no hacer’, es considerado por nuestro espíritu como algo que debemos hacer. Por ello la Escuela de la Tierra Pura insiste en que incluso la preocupación por la propia fe y las propias fuerzas debe ser abandonada, y por ello dice sobre el zen: ‘No se puede alcanzar con el pensamiento, no se puede buscar con el pensamiento’.»

(Alan Watts, Obra citada, página 20).

De esta manera el conocimiento como ambición de salvación o de comprensión del Infinito (no me refiero al conocimiento práctico o necesario para la vida del cual no podemos prescindir), más que liberarnos nos somete a una cristalización de nuestro interior que frecuentemente nos aísla de la auténtica vida y de la comprensión del corazón que es la que puede tener ‘razones que la razón no comprende’ y que es la comprensión que cala auténticamente en las profundas verdades vitales que nos dan la felicidad y la plenitud.

«Nuestro problema siguiente es el del conocimiento. ¿Es necesario el conocimiento para la comprensión de la verdad? Cuando digo ‘yo sé’ lo que ello implica es que hay conocimiento. […]; estamos llenos de información y experiencia basada en nuestro condicionamiento, nuestra memoria y nuestras capacidades. […]. ‘Yo sé, he tenido experiencia, ello no puede ser refutado; mi experiencia es ésa, en eso confío completamente’; estas son manifestaciones de aquel conocimiento. Mas cuando vayáis tras él, lo analicéis, lo consideréis más inteligente y cuidadosamente, veréis que la mismísima afirmación ‘yo sé’ es otro muro que os separa de mí. En busca de comodidad, de seguridad, os refugiáis detrás de ese muro. Por consiguiente, cuanto mayor es el conocimiento de que una mente esta cargada, menos capaz es ella de comprensión.  No sé si alguna vez habéis pensado en este problema de la adquisición de conocimientos, si el conocimiento nos ayuda  fundamentalmente a amar, a estar libres de esas cualidades que producen conflicto en nosotros y con el prójimo; si el conocimiento jamás libera a la mente de la ambición. Porque, después de todo, la ambición es una de las cualidades que destruyen la vida de relación, que colocan al hombre contra el hombre. […] también la ambición más sutil y perniciosa, la ambición espiritual, la de ser algo. ¿Será alguna vez posible que la mente esté libre de este proceso acumulativo del conocimiento, de este deseo de saber?»

(Krishnamurti, La libertad primera y última,   Editorial Kairós, 2008, páginas 61-62.)

Por todo esto, deberíamos considerar profundamente qué camino llevamos en la búsqueda de la sabiduría o, si lo vamos a emprender ahora, cuál escogemos. Un texto de La Voz del Silencio puede ser una buena reflexión final sobre esta ambición de conocimientos del hombre occidental (también de muchos orientales) que aparta al hombre de la auténtica liberacion del amor y de la alegría de la libertad interior fluyente:

«Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción debe el discípulo ir en busca del Rajá (rey) de los sentidos, al Productor del pensamiento, aquel que despierta la ilusión.
La Mente es el gran destructor de lo Real.
Destruya el discípulo al Destructor.
Porque: Cuando su propia forma le parezca ilusoria, como al despertar, todas las formas que en sueños ve. Cuando él haya cesado de oír los muchos sonidos, entonces podrás discernir el UNO, el sonido interno que mata el externo. Entonces únicamente, y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar en el reino de Sat, lo verdadero.
«

(H. P. Blavatsky, La Voz del Silencio, Editorial Sirio, Málaga, 3ª edición, septiembre de 2004, página 12.)

4 comentarios en “La sabiduría no es conocimiento

  1. Cuando seamos capaces de romper con tanto acontecimiento acumulado,
    seremos capaces de entender y apreciar la verdadera sabiduría.
    El conoimiento basado en libros es útil en ciertas epocas de nuestra vida,
    pero al final puede acabar haciendote morir.
    El conocimiento nos da seguridad…
    La sabiduría es entrar en un mundo descoocido, nuestro mundo y hay que arriesgarse perdiendo el miedo y el pánico.
    Cuando seamos capaces de nutrir mente y corazón esos se engrandecen, y ya no hay libro mayor lienzo
    para pintar el cuadro del universo.
    Cuando verderamente podamos discernir habremos entrado en ese vacío en el que no existen ya las palbras,
    y lo ilusiorio desaparecerá por arte de nuestra própia mágia.

    Gracias.

  2. Gracias, Olga.

    Llega un momento que captamos de alguna manera que el camino somos nosotros mismos y que si no aprendemos a conocernos de nada nos valen todos los métodos, las teorías y los intentos forzados de realizar ninguna meta.
    Si no nos adentramos en ese vacío superabundante de Amor sin palabras no nos entenderemos nunca a nosotros mismos ni entenderemos a los demás.

    Un abrazo y gracias de nuevo.

  3. Hola:

    Muy agradecida por haberme devuelto la visita, ha sido un placer recibirte en mi casa y tener allí tu interesante huella.

    Veo que tienes varios blogs, pero hay algo común en todos, la sabiduría de tus palabras, por eso me siento orgullosa de haberte descubierto, porque de tus conocimientos iré aprendiendo, si tú me lo permites, cuando vuelva, -que volveré-, por aquí a leerte.

    El conocimiento se adquiere, no sólo con libros, sino con el día a día de la vida, y sobre todo, con los errores y tropiezos de cada día.

    Un saludo y feliz domingo.

    1. Muchas gracias, María. Considero que yo aprenderé también mucho de tí. Lo que pueda expresar en mis blogs y ellos mismos están a tu entera dispocición.

      Feliz domingo.

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