El ser humano es esencialmente relación. Nadie nace solo, nadie vive solo, nadie se desarrolla en sus potencialidades humanas viviendo en soledad. Ya decía Aristóteles que el hombre que vive solo es o una bestia salvaje o un dios.
Estando nuestra vida constituida inevitablemente en relación con los demás, nadie existe sin una génesis biológica (sus padres), sin una génesis social que le ha procurado el crecer y madurar y sin una génesis cultural que le conforma según la sociedad de su época y le da el marco para su existencia personal. Somos el otro, el semejante, el cual nos constituye por dentro y por fuera.