En esta segunda parte se analiza el delicado equilibrio que ha de guardar la identidad para no volcarse en un egoísmo solipsista ni caer, por el otro extremo, en una dependencia esclavizadora respecto de los demás, por muy bien intencionada que sea. Se afirma, luego, que no existe personalidad ni individualidad sin los otros. Se termina alertando sobre el gran error de la separatividad, es decir, creer que uno es autosuficiente, despreciando a los demás.
Seguir leyendo La identidad y la alteridad: Sujeto e integración grupal (II)