El auténtico problema o piedra de toque de toda espiritualidad se encuentra expresada en los dichos evangélicos: «la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los Cielos» o bien «Si la semilla no cae en tierra y muere no da fruto» o bien «Somos sembrados en corrupción; resucitamos en incorruptibilidad». Todas ellas se refieren a la distinción entre personalidad, yo, o ego corriente y alma-espíritu divina que ha de nacer en el hombre.