11Amad la justicia, gobernantes de la tierra, | pensad correctamente del Señor | y buscadlo con sencillez de corazón.
2Porque se manifiesta a los que no le exigen pruebas | y se revela a los que no desconfían de él.
3Los pensamientos retorcidos alejan de Dios | y el poder, puesto a prueba, confunde a los necios.
4La sabiduría no entra en alma perversa, | ni habita en cuerpo sometido al pecado.
5Pues el espíritu educador y santo huye del engaño, | se aleja de los pensamientos necios | y es ahuyentado cuando llega la injusticia.
6La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres | que no deja impune al blasfemo: | inspecciona las entrañas, | vigila atentamente el corazón | y cuanto dice la lengua.
7Pues el espíritu del Señor llena la tierra, | todo lo abarca y conoce cada sonido.
8Por eso quien habla inicuamente no tiene escapatoria, | ni pasará de largo junto a él la justicia acusadora.
9Se examinarán los planes del impío, | el rumor de sus palabras llegará hasta el Señor | y quedarán probados sus delitos.
10Porque un oído celoso lo escucha todo | y no se le escapa ni el más leve murmullo.
11Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles | y absteneos de la maledicencia, | porque ni la frase más solapada cae en el vacío | y la boca calumniadora da muerte al alma.
12No os procuréis la muerte con vuestra vida extraviada, | ni os acarreéis la perdición con las obras de vuestras manos.
13Porque Dios no ha hecho la muerte, | ni se complace destruyendo a los vivos.
14Él todo lo creó para que subsistiera | y las criaturas del mundo son saludables: | no hay en ellas veneno de muerte, | ni el abismo reina en la tierra.
15Porque la justicia es inmortal.
16Los impíos, sin embargo, llaman a la muerte con gestos y palabras; | se desviven por ella, creyéndola su amiga: | han hecho un pacto con ella, | pues merecen compartir su suerte.