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Meditación

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La mente es el fruto del deseo. El deseo, que es lo fundamental en la naturaleza humana, nace en nosotros causado por un objeto o una meta apetecible. Este objeto mueve el pensamiento y el pensamiento mueve la voluntad. Con todo ello nuestra energía se fragmenta, es decir, se retira de la percepción de la realidad como fluir pleno de la vida y se concentra en el esfuerzo del yo en pos del deseo: el éxito en una empresa, la felicidad bajo capa de liberación, el reconocimiento social o bien la unión con una imagen de dios como idea preconcebida, no con el Dios vivo.

Lo Otro, que trasciende nuestros limitados deseos y pensamientos, no se deja atrapar por redes conceptuales ni por intentos de satisfacciones sentimentales del ego.

Introducimos en estas prácticas el tiempo, el esfuerzo condicionado y el olvido de nuesro Centro real. Introducimos el perseguir algo llevados por la memoria y el condicionamiento cultural y social.

La red que forma el núcleo del «más acá» del ser, del «más acá» de lo Innombrable, sigue condicionándonos como resultado cultural del tiempo y nublando la percepción de Aquello que aparece sin esfuerzo cuando el yo se retira.

Por milenios hemos pretendido liberarnos del yo, del sufrimiento, usando el yo. Es como ponerse de pie sobre una tabla, agarrarla por los dos extremeños y pretender levantarse a sí mismo. Intentar superar el yo desde el yo sólo consigue reforzarlo aumentando la confusión, el desorden, el sufrimiento nuestro y de los demás.

Escuchemos a Krishnamurti. Escuchemos sin interponer imagenes previas, sin barreras.

«Una mente en conflicto, un cerebro que se esfuerza, no puede meditar. Podemos sentarnos por 20 minutos todos los días, pero si el cerebro está en conflicto, si hay pena, ansiedad, dolor, aislamiento interno, ¿qué valor tiene nuestra meditación? Vamos a investigar qué es la meditación, no cómo hay que meditar. Ustedes han pedido que se les diga cómo tienen que meditar, lo cual implica darles un sistema, un método, una práctica.»

«[…] ¿Qué es la meditación? ¿Qué significa esa palabra?»

«[…] Meditación también quiere decir “medida”, “medir”. Nosotros estamos siempre midiendo, o sea, comparando yo soy esto, seré aquello, seré mejor- lo cual es una forma de medida. La palabra ‘mejor’ implica medida. Compararse uno mismo con otro es medir. Cuando uno le dice a su hijo o a alguien que tiene que ser como su hermano mayor, eso es medida.»

«[…] Ahora bien; vivir sin la medida, estar total, completamente libre de toda medida, forma parte de la meditación. No que “estoy practicando esto, y lograré algo de aquí a un año”. Eso implica medida, que es la naturaleza misma de nuestra actividad egotista.»

«[…] Con la meditación cesa la medida, termina completamente la comparación. Vean lo que ello implica que no hay huellas psicológicas. ‘Mañana’ es la medida de lo que está en el tiempo. ¿Comprenden esto? Por lo tanto, la medida, la comparación y la acción de la voluntad deben cesar completamente.»

«[…] ¿Qué es la voluntad? Yo meditaré, me sentaré muy quieto, me controlaré a mí mismo, limitaré mis pensamientos y practicaré todo eso es la acción del deseo, que es la esencia de la voluntad. En la meditación no existe actividad alguna de la voluntad. ¿Comprenden la belleza de todo esto? Cuando no hay medida, ni comparación, ni deseo de realizarse o de llegar a ser, existe el silencio de la negación del ‘yo’. En la meditación está ausente el ‘yo’. Por lo tanto, una mente, un cerebro que está entregado a la meditación, es total. La totalidad de la vida es meditación no un periodo de meditación cuando uno está meditando. La meditación es el movimiento total del vivir. Pero nosotros hemos separado la meditación como algo aparte de nuestra vida; es una forma de relajación, como tomar una droga.»

«[…] mientras que en la meditación, cuando no existe el medir, cuando no hay acción de la voluntad y de la mente, el cerebro está por completo libre de todos los sistemas. Entonces hay un gran sentido de libertad. En esa libertad hay orden absoluto, y eso es lo que debemos tener en la vida. Entonces, en ese estado de la mente, hay silencio, no el anhelo, el deseo de tener una mente quieta. En ese estado, la mente está libre de medida. Y es en esa libertad que hay orden absoluto, silencio.»

Krishnamurti,  La mente que no mide.