Aunque se me ha invitado hace poco a formar parte de este blog, pidiéndolo yo expresamente, voy a atreverme a opinar sobre qué sería hollar el sendero o estar en el camino o como quiera llamársele a emprender una búsqueda espiritual. En realidad el nombre es lo de menos y la verdad es que «Hollar el sendero», aunque me parece apropiado, lo veo un poco grandilocuente. De todas formas mi opinión sobre estar en un camino es bastante alta y no tiene nada que ver con toda esta espiritualidad que se vende barata en la Nueva Era y por
la que muchos ya se hacen la ilusión de estar en un camino apropiado cuando puede que sólo estén contentando sus deseos y mezclando la verdad con los intereses particulares, es decir, poniendo el camino a su servicio personal y no al revés. En occidente la espiritualidad, como digo, se despacha con facilidad a la gente joven o a personas que no tienen una personalidad madura.
Los problemas de nuestra sociedad como el consumismo, el vacío de valores auténticos, y la ausencia de modelos verdaderos a seguir, hacen que lo más fácil y las promesas que no comprometen de verdad a transformarnos interiormente, con lo que conlleva de sufrimiento, sea lo que tiene mayor cantidad de seguidores por su atractivo para estas personas.
Existe, por otro lado, muy poca conciencia y cultura del verdadero camino. Muchas veces empezamos por la idea oscura de transformarnos, quitarnos los posibles defectos, pero es tan huidizo lo que se propone, hay tan pocas propuestas de trabajo sistemático sobre sí mismo que sólo se consigue empeorar la situación.
Es difícil averiguar cuáles son los auténticos maestros. Las personas adultas y con una sana crítica, formados en la vida y en ciertos valores sólidos o bien que ya poseen y practican alguna religión, aunque estén equivocados en algunas creencias, son más inmunes a todas estas falsas ofertas.
Amigos, aumentemos nuestro sentido crítico.
El camino realmente es muy largo, muy duro y no es sencillo, tenemos precisamente por eso, que hollar el sendero. Bienvenido. Un saludo.
MªAngeles. «El ángel de las mil violetas»