El Hombre nuevo

La liberación, el acceso a la transfiguración del cuerpo de luz y la salida del laberinto sólo puede estar en la entrada en una naturaleza que no es de este mundo y que, sin embargo, empieza aquí mediante la aspiración al cambio fundamental.

Este cambio no se basa en ninguna técnica, en ningún método, en ningún engrandecimiento del yo, ni siquiera del llamado Yo superior, sino que es una actuación del corazón, la cabeza y las manos según una sabiduría concreta o gnosis.

Todo engrandecimiento del yo nos mantiene presos de nosotros mismos y, por ello, se interpone como velo ante la luz en la que tenemos que vivir y comprender la Enseñanza Universal emanada directamente de Dios al alma. Una unión sin intermediarios, maestros ni métodos. Es el intento egoísta de poseer esa felicidad la que nos impide llegar a ella. Es el esfuerzo inmoderado desde el yo el que encarcela aún más al yo.

Estas parcas e insuficientes explicaciones -aunque fuesen suficientes tampoco servirían por sí solas- no sirven absolutamente de nada sin realizar el esfuerzo del buscador de la luz. Nadie puede dispensarnos de ello. Nadie puede sustituir nuestra comprensión de dónde está y cómo se llega al Reino Crístico.

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«También entre nosotros hay quienes se atan a cierta ética, sacian su hambre intelectual de filosofía y demuestran pleno dominio de sí mismos y perseverancia, practican la piedad en el sentido descrito y ejercen, de diversas formas, el amor al prójimo y la generosidad. Pero todo esto no les servirá de nada. Su libertad será pronto una ilusión; su unión, una rueda de molino al cuello; su beatitud, un ascenso al mundo de las sombras. Y todo esto porque no se han tomado verdaderamente la menor molestia por forjar la llave del séptuple camino. Esta llave reside en la fe.  «Poned todo vuestro esfuerzo en añadir a la fe, la virtud.» Usted debe poseer la fe. En nuestros tiempos modernos, la fe es una noción apagada y sin vida. Por fe se entiende la aceptación o confesión de cierta doctrina, […]

«Pero la lengua sagrada de todos los tiempos nos muestra claramente que la fe no es la confesión o la aceptación de una doctrina o una iglesia, de una escuela o un dios, sino que se refiere a una posesión de la que hay que volverse esencialmente conscientes. Se nos da a entender también que dicha posesión debe ser percibida en el santuario del corazón, debe establecer «su morada» en el corazón o, con otras palabras, que el átomo original, el átomo-chispa de Espíritu debe ser despertado..»

Jan Van Rijckenborgh El Hombre nuevo

3 comentarios en “El Hombre nuevo

  1. Totalmente desnudos para Deshaprender y caminar por el Sendero que te ofrece la Imágen de la Naturaleza.
    Allí en ese oasis se encuentra la Verdadera Libertad y Sabiduría… el único y Verdadero Altar en tres dimensiones.

    Un abrazo.
    Gracias.V3F

  2. Gracias, Olga.

    En efecto, la divina sabiduría del silencio nos conduce a la radiación divina de la naturaleza fundamental que nos desnuda y transmuta el alma.

    Un fuerte abrazo, Olga.

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