TAO THE KING, Lao Tse. Capítulo II
Cuando todo el mundo reconoce lo bello como bello,
esto en sí mismo es fealdad.
Cuando todo el mundo reconoce lo bueno como bueno,
esto en sí mismo es malo.
Ciertamente, lo oculto y lo manifiesto se generan el uno al otro.
Dificultad y facilidad se complementan entre sí.
Lo largo y lo corto ponen de manifiesto a su contrario.
Alto y bajo establecen la medida mutua.
La voz y el sonido entre sí se armonizan.
El atrás y el delante se suceden mutuamente.
Por ello, el Sabio maneja sus asuntos sin actuar,
y difunde sus enseñanzas sin hablar.
No niega nada a las innumerables cosas.
Las construye sin atribuirse nada.Hace su trabajo sin acumular nada por él.
Cumple su tarea sin vanagloriarse de ella,
y, precisamente por no vanagloriarse,
nadie se la puede quitar.
COMENTARIO
«Cuando todo el mundo reconoce lo bello como bello,
esto en sí mismo es fealdad.
Cuando todo el mundo reconoce lo bueno como bueno,
esto en sí mismo es malo.»
El reconocimiento de las masas al calificar una realidad como buena o mala es con frecuencia lo contrario. Esto ocurre con todo fenómeno de masas, con todas aquellas cosas a las que la gente acude apresurada a satisfacer sus sentidos exteriores con el ansia de algo que se les escapa, con el apresuramiento de disfrutar de una realidad finita que les colmará por breves instantes y de nuevo el vacío. Esto es fealdad en sí mismo, se afirma en el poema.
¿Cuáles son las realidades que aprecian las minorías? ¿Cuáles las que aprecian las mayorías? ¿Qué es lo que la masa alaba y aconseja? ¿Cuáles son las opiniones del vulgo en las cuales éste converge con risotadas?
«Ciertamente, lo oculto y lo manifiesto se generan el uno al otro.
Dificultad y facilidad se complementan entre sí.
Lo largo y lo corto ponen de manifiesto a su contrario
Alto y bajo establecen la medida mutua.
La voz y el sonido entre sí se armonizan.
El atrás y el delante se suceden mutuamente.»
¿Quién puede abarcar la profunda filosofía de la complementariedad de los contrarios? Ciertamente toda realidad posee, como tal realidad finita, unos límites que la distinguen de lo demás y le dan su esencia o identidad propia. A partir de sus límites se relaciona con otras realidades de las que se distingue. Pero, además, no somos conscientes que para existir como tal realidad necesita apoyarse en las demás; también en sus contrarias.
¿Por qué reconocemos que existe belleza? Porque existen cosas que calificamos como feas. ¿Por qué calificamos algo como feo? Porque distinguimos otras cosas como bellas. Esta idea, como todas, existe como contraposición. Los débiles lo son por relación a uno menos débil que llamamos fuerte. El fuerte existe al poder compararlo con los más débiles. Un vencedor sólo lo es gracias a la existencia de una serie de perdedores.
«Por ello, el Sabio maneja sus asuntos sin actuar,
y difunde sus enseñanzas sin hablar.
No niega nada a las innumerables cosas.
Las construye sin atribuirse nada.
Hace su trabajo sin acumular nada por él.
Cumple su tarea sin vanagloriarse de ella,
y, precisamente por no vanagloriarse,
nadie se la puede quitar.»
La conclusión es la humildad. No vanagloriarse. Todos somos lo que somos gracias a otros. Toda realidad es lo que es gracias a otras realidades, gracias a todas las demás realidades.
El Tao nos produce un profundísimo sentimiento de unión cosmica con todo. El Tao nos produce una profunda admiración y el sentimiento de un saber arcano de una fecundidad y creatividad sin límites. El Tao quita de nosotros el afán de vanagloria y nos lleva al amor de todas las demás realidades que nos rodean, sobre todo de las realidade personales con sus consecuciones y fracasos con sus virtudes y errores.
Quien busca sabiduría, se empeña en encontrarla, y su trabajo se centra en eso. El sabio no alaba, ni juzga, ni condena ya que difunde sus enseñanzas sin hablar. En esta humildad radica la fuerza y la no acción con sabiduría.
El savio actua sin sentir…
El savio actua sin actuar…
El savio procede del no ser..
El savio sale de la necesidad de necesitar, solo así llega a penetrar en la luz de las cumbres, para acaríciar los vallles.
Al savio no se le ve buscando, simplemnte se le encuentra.
Un abrazo.