La aparente separatividad que muestran los cuerpos en el exterior y la falsa separatividad psicológica que se experimenta subjetivamente, son sólo una ilusión.
Los trillones de átomos irradiantes de energía de nuestros cuerpos se comunican a través de los átomos del aire con los átomos de los demás cuerpos. Nuestras radiaciones se interpenetran con las de los demás. Igual ocurre con las radiaciones emocionales y mentales.