Existe en el Universo, en las radiaciones sutiles que llegan hasta nosotros, a nuestra alma, a nuestro ser, un tipo de influencia proveniente del Reino Original perdido por la humanidad y que, a través de alguna Escuela verdadera llega hasta todo hombre que conserva en sí algo de la nostalgia de ese Reino perdido.
Esta nostalgia produce un afán, una búsqueda. Y esta búsqueda, por desgracia ha de pasar por la maleza de eones de suciedad, engaño, maldad y falsa bondad disfrazada que confunden al buscador y le hacen perder el tiempo y desviarse. Desde los planos inmediatos al plano físico: el astral y el mental inferior provienen también influencias que nos hacen pensar que se trata ya de la auténtica liberación. Falsos conocimientos esotéricos, técnicas de entretenimiento o mejoramiento de la personalidad o del cuerpo que aún están lejos, muy lejos de la auténtica transfiguración del alma-espíritu pero que por su aparente luz y bienestar engañan al buscador.
Por último peligrosas corrientes que pueden arribar al buscador a callejones sin salida.
Sepamos distinguir el verdadero camino de la multiplicidad de falsos caminos. «Quien recorre su camino al servicio de los hombres, impulsado por el amor a los demás, ya es por su ser un hombre según el Sermón de la Montaña. La única manera de alcanzar la rendición del yo consiste en servir a los hombres. Sólo sirviendo a los hombres, aprende a olvidarse de sí mismo. Solamente sirviendo a los hombres el yo es apartado, rechazado, roto y, por ello, purificado. Sólo sirviendo a los hombres puede recorrer el camino. Si se puede llegar a la ofrenda de sí mismo sirviendo a los hombres, el propio ser es arrastrado sin más en esta corriente.», dice Rijckenborgh en una de sus obras fundamentales y más esclarecedoras, La Gnosis en su manifestación actual.
LA GNOSIS EN SU MANIFESTACIÓN ACTUAL
«Usted sabe que emana una radiación gnóstica general y fundamental hacia toda la humanidad. Esta radiación sólo quiere y puede llamar y despertar, sin incidir por ningún concepto, en el orden dialéctico de las cosas y de los hombres. Esta llamada no ataca su estado de ser dialéctico fundamental. Ella resuena para aquél que, por su angustia interior, busca la liberación y cuya conciencia lanza un grito de auxilio. La rosa del corazón intercepta este grito de la conciencia, emite la resonancia por el esternón y recibe la respuesta de la Gnosis, la cual penetra hasta el cuarto candelero en el santuario de la cabeza a través de la rosa, la sangre y el fluido nervioso. Pero la sangre debe permitir este proceso, ya que si es demasiado espesa, demasiado animal, será imposible tocar al cuarto candelero. Sin embargo, a pesar de todo, podemos decir que en cada portador de capullo de rosa en el mundo, por muy degenerado que esté, existe una sospecha, un saber intuitivo concerniente a la salida liberadora. Por ello hay en la tierra una búsqueda tan múltiple, tantos esfuerzos continuos, por encontrar la vida universal. Casi toda esta búsqueda se expresa de forma extremadamente lamentable. Muchos caminos recorridos son extraordinariamente anormales. Algunos son incluso peligrosos, y a ello se añaden todas las manipulaciones de la esfera reflectora. Sin embargo, el buscador recorre así el camino de las experiencias, y por cada experiencia negativa, tras cada error o fracaso fatal, la sospecha intuitiva permanece presente, despertada y mantenida por la Gnosis, ya que la radiación gnóstica fundamental no abandona a nadie. El secreto del éxito reside sobre todo en el hecho de que no se trate simplemente de buscar, sino que también se quiera construir. Y no para sí mismo, sino en primer lugar al servicio de los demás.
Servicio a los hombres, amor a los hombres, éstos son los principios más elevados del Sermón de la Montaña.
Quien recorre su camino al servicio de los hombres, impulsado por el amor a los demás, ya es por su ser un hombre según el Sermón de la Montaña. La única manera de alcanzar la rendición del yo consiste en servir a los hombres. Sólo sirviendo a los hombres, aprende a olvidarse de sí mismo. Solamente sirviendo a los hombres el yo es apartado, rechazado, roto y, por ello, purificado. Sólo sirviendo a los hombres puede recorrer el camino. Si se puede llegar a la ofrenda de sí mismo sirviendo a los hombres, el propio ser es arrastrado sin más en esta corriente.»
La unica meta es el Servicio a la Humanidad, al microcósmos a través de ses Arcoiris llamado Macrocósmos,
donde el Alma del mundo se manifiesta en todo su Esplendor.
Gracias.
Un abrazo.
Gracias a tí, Olga.
Un fuerte abrazo.