CAPÍTULO IX: Metas
Tensa un arco hasta su límite y pronto se romperá;
Afila una espada al máximo y pronto estará mellada;
Amasa el mayor tesoro y pronto lo robarán;
Exige créditos y honores y pronto caerás;
Retirarse una vez la meta ha sido alcanzada es el camino de la Naturaleza.
Nada debe ser forzado hasta los extremos. ¿Por qué nos empeñamos en empujar el río?
Lo que no se realiza cuando hemos intentado por todos los medios realizarlo ¿dejará de tener razones para no haberse realizado?
En otro de sus capítulos el Tao enseña que el «no ser» penetra lo impenetrable y que, por eso el «enseñar sin palabras» y el «actuar sin acción» -¿quién logra comprenderlo?-, son los auténticos modos de actuar del sabio, sobre todo, cuando las palabras y los actos no comunican ya nada al que no quiere entendernos.
Nuevamente: huir de los extremos, buscar el punto medio, fluir con la naturaleza, ¡qué gran sabiduría!
En este texto nos muestra que los extremos no son para nada beneficiosos.
El hombre busca el extremo movido por soberbia y egoísmo, es entonces cuando tensa mas de lo necesario y se rompe el arco, en vez de disfrutar cuando realmente podía darle el valor que a posteriori perece con su pérdida.
Es difícil aprender a actuar con «no acción» y precisamente por ello es tarea de sabios.
La impaciencia y el miedo nos hace tapar un río, sin saber que una buena tormenta asolará todo con el caudal fijado por las leyes de la Naturaleza.
Aprender a reirse con humildad de todo, nos lleva a cabalgar encima del caballo blanco con serenidad merecida, y hacer elegante entrada en la Ciudad Santa.
Gracias.
Aprender a reirse con humildad de todo, nos lleva a cabalgar encima del caballo blanco con serenidad merecida, y hacer elegante entrada en la Ciudad Santa.
Gracias.