Séneca y Nerón podrían verse como símbolos del alma.
Por una parte, Séneca es el símbolo del trabajo de purificación de la personalidad para que colabore al nacimiento del alma unida al Espíritu, unida a Dios. Es el alma espiritual que ha comenzado a nacer.
Séneca fué un gran estoico. El Estoicismo intenta alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales, cultiva los principios de la razón y de la virtud, considera la razón de los hombres como parte integrante del logos divino e inmortal y proclama que cada persona es un miembro de la familia universal.
Por otra parte, Nerón es el representante o símbolo de la extravagancia y el terror. Es el símbolo del alma biológica en su máxima expresión degenerada.
Se hizo adular como músico, deportista, poeta. Por medio de regalos quiso ganarse la aceptación del pueblo y dichos regalos destruyeron la economía del imperio.
Entre sus obras están el asesinato de Agripina, su madre; también el asesinato de su primera esposa, Octavia; el supuesto incendio de Roma. (La causa exacta nunca se determinó, pero se cree que fue el mismo Nerón quien comenzó el incendio para habilitar un terreno para su nuevo palacio); la tortura a los primeros cristianos y las orgías más inconfesables. Es decir, el ego más envilecido moralmente al servicio de su propio engrandecimiento y a costa de quien sea y de lo que sea.
Quien ha dominado su yo y lo pone al servicio del alma, no teme a la muerte que, finalmente, le infligió el que había sido su alumno cuando niño, es decir, Nerón.