La Gnosis china: Las cinco cualidades de los sabios filósofos

tao te ching_cinco cualidades 

LA GNOSIS CHINA

   EXPLICADA SEGUN LA PRIMERA PARTE DEL TAO TE KING DE LAO TSEU

       POR JAN VAN RIJKENBORGH  Y  CATHAROSE DE PETRI

CAPITULO  15-I

 LAS CINCO CUALIDADES DE LOS SABIOS FILOSOFOS

Un filósofo es alguien que busca la sabiduría. Un filósofo, en sentido original, es alguien que aspira a la sabiduría divina.

 Esta sabiduría divina no es conocimiento acumulado por un método u otro. No es un sistema enigmático extremadamente complicado, disimulado bajo antiguas lenguas desaparecidas, exclusivamente accesibles a los expertos en antiguos jeroglíficos, que divulgan lo que quieren, algunas migajas en las revistas especializadas. Piensen por ejemplo en la exhumación de toda clase de viejos manuscritos, cuyo contenido ocupa a tantos sabios universitarios.

 No, la sabiduría que es la Gnosis, es omnipresente. Es una esfera llena de fuerzas, de elementos y radiaciones. La sabiduría divina está fundamentalmente comprendida en un campo de radiación. Y el que vive en este campo y posee un alma viva, toma de él no sólo la fuerza vital y la sustancia que permite la transfiguración, sino también la sabiduría.

La sabiduría es un aspecto de la fuerza de vida divina; del Espíritu Divino de Amor. Cuando se dice de Jesús el Señor “Que crecía en conocimiento, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres”, esto no quiere decir que recibiera tal o cual educa­ción, sino que se desarrollaba en el campo de vida gnóstico y que así el crecimiento y el cumplimiento estaban asegurados en todos los planos.

Reflexionando sobre esto descubren cuanto difiere este proceso del desarrollo en el mundo dialéctico, donde no existe ninguna sabiduría durante el crecimiento del niño hasta su edad adulta. Se trata únicamente de desarrollar su intelecto. La humanidad conoce innumerables métodos de educación, muchos de ellos aplicados por coacción, para dar al hombre un barniz de cultura.

 El hombre se mantiene aquí abajo gracias a todo lo que ha aprendido bajo coacción y a causa de las necesidades de la existencia. No queremos sin embargo desacreditar los conocimien­tos terrestres como si los juzgáramos inútiles, sino, solamente compararlos con la Gnosis. Biológicamente, el hombre no es nada, por eso está obligado a someterse a una formación teórica para parecer algo y llevar adelante la lucha por la existencia.

 Biológicamente, el hombre sólo absorbe alimento material y sólo respira el aliento astral de la muerte, lo que no le procura más que una fuerte atadura con la naturaleza. El que está así atrapado y siente profundamente su prisión, se convierte, eventualmente, en un filósofo en el sentido ordinario de la palabra. Porque va a buscar el sentido de la existencia. Sobre la base de su ser dialéctico intentará penetrar directamente en el corazón de las cosas.

Ahora bien, no lo consigue. No le queda entonces más que una posibilidad: emplear los métodos dialécticos de búsqueda, a los cuales añadirá la experimentación.

 Imaginen que aparece un libro escrito en una lengua antigua. Algunas personas lo examinan y se dicen: “El contenido debe estar ciertamente lleno de sabiduría, debemos conocerlo puesto que queremos comprender el sentido de nuestra existencia”. Pero ninguno de entre ellos sabe leer esta antigua lengua.

 Entonces se dirán tal vez: “Que el más capaz de entre nosotros la aprenda”. Es lo que ocurre y la persona en cuestión acaba finalmente por leer y traducir el libro a los otros.

 Este hombre hace de profe­sor, pero no es él mismo un maestro de sabiduría, el habla de la sabiduría expuesta en el libro. Sin embargo esta sabiduría sólo es una definición intelectual de la sabiduría, nunca la propia sabiduría. Porque la sabiduría no se encuentra en los libros.

 Las definiciones intelectuales de la sabiduría conducen siempre a errores y a opiniones divergentes, que suscitan los múltiples sistemas y concepciones filosóficas conocidos aquí abajo. Algunos autores de estos sistemas alcanzan reconocimiento, hacen carrera, están de moda. Sobre todo cuando estos sistemas son utilizados en la enseñanza. Usted lo sabe, esto es terriblemente desastroso y trágico, ¡Qué forzamiento espiritual implican tales conocimien­tos!

 Es imposible alcanzar la sabiduría divina de este modo. Si quiere usted adquirir la sabiduría, la verdadera Gnosis, debe usted cambiar completamente de orientación. Ponga el pié en el camino del renacimiento, el camino de la transfiguración.

 Usted sabe que exige una muerte y un nuevo nacimiento según la rosa del corazón en nosotros, en consecuencia un nuevo estado biológico y un nuevo crecimiento a la par con un desarrollo del conocimiento y la sabiduría y un nuevo estado de conciencia. A cada nueva respira­ción magnética que usted logra retener, bebe sabiduría.

Poseer la sabiduría que es de Dios no es, como dicen algunos, poseer un conocimiento teórico, “sin haberlo estudiado”, sino asimilar la Gnosis en razón de un nuevo estado biológico. En consecuencia este saber es uno con el aliento de vida, llena el ser entero y le otorga nuevos poderes.

 Supongan que les decimos: “Tenemos un libro en el que se encuentra todo lo que usted debe saber, pero hay que leerlo personalmente. Desgraciadamente, este libro está escrito en una lengua muerta de un lejano pasado; luego debe usted comenzar por aprender esta lengua muerta y le harán falta tres años para comprenderla convenientemente”. Usted emprendería sin duda el estudio.

 Pero es con mucho menos esfuerzo y en mucho menos tiempo que usted podrá participar en la Gnosis divina, solamente siguiendo el camino de las rosas en rendición perfecta de usted mismo, el camino que les hace crecer en conocimiento, en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres. La rendición total de sí mismo no tiene relación con la adquisición de conocimiento que usted no posee, sino con la puesta en práctica de un conocimiento y unas posibilidades que son suyas hace mucho tiempo.

 Usted posee en el corazón un principio divino, el capullo de la rosa. Consagrándose en ofrenda perfecta a este reino en usted adquiere cinco cualidades nuevas, se vuelve; humilde, sutil, oscuro, penetrante y profundo.

Según la sabiduría dialéctica, se vuelve un ser ínfimo; pero según la nueva naturaleza, extremadamente refinado en cuanto a su sensibilidad, resultado del desarrollo de un nuevo estado de alma.

8 comentarios en “La Gnosis china: Las cinco cualidades de los sabios filósofos

  1. Gracias Juan.

    La Gnosis… la Verdadera Maestría de la Mente Abstracta y el Corazón Generoso.
    Cuando las cinco cualidades son la fuente, el Alma resplandece.

    Gracias.
    Un fuerte abrazo.

  2. En efecto, Olga, tener estas cinco cualidades con las que como dices «el alma resplandece»: «humilde, sutil, oscuro, penetrante y profundo» te vuelve sin embargo, según la vida, «según la sabiduría dialéctica», «un ser ínfimo».

    Quien pueda comprender, entienda.

    Un fuerte abrazo y gracias por pasar por aquí.

  3. Cuando escuchamos sin habernos arrepentido, sin observarnos, sin autoconciencia, el sonido llega hasta nuestro intelecto el cual lo interpreta literalmente y lo tergiversa, lo traduce egoístamente y lo malinterpreta. El recuerdo de sí, como la revelación y la sabiduría, no pueden manifestarse en una mente esclava del ego.

  4. No puedo estar más de acuerdo con tu comentario.
    En efecto, el ego es el gran enemigo que llevamos dentro y que asemeja ser nuestro amigo e, incluso, favorecer el proceso de transfiguración de el Hombre Nuevo. «La carne y la sangre no pueden heredar el reino de los cielos». «Mi reino no es de este mundo». Es imposible que un ego deje de serlo y se divinice. Ha de ser el alma-espíritu que ha de nacer en nosotros en el sitio dejado por el ego.

    Gracias por el comentario.

  5. Gracias por el comentario Daniel.

    En efecto, es necesario primero ser un Hombre en la Tierra. Sin embargo, los evangelios, el Tao, la sabiduría de Hermes, etc. afirman «Mi Reino no es de este mundo», o «El Tao que puede ser conocido no es el verdadero Tao». Los evangelios al lado de «Mi Reino no es de este mundo» afirman también lo siguiente: «El Reino de los cielos dentro de vosotros está».

    Esta naturaleza es una naturaleza «caída», degradada; ¿Qué Dios crearía directamente un mundo de dolor e injusticia como éste -que ni siquiera nosotros hubiésemos hecho si hubiésemos podido- siendo no-dioses? Este mundo sólo puede provenir de la degradación del auténtico Reino Original creado por Dios. Está en todos los libros sagrados: el mito del paraíso original del cual salimos, fuimos expulsados, etc. Sólo que está simbólicamente; naturalmente no es literal.

    Para terminar otra cita de los evangelios: «Si la semilla no cae en tierra y muere no da fruto». Es decir, si el yo inferior y los deseos terrestres no se someten a la búsqueda sincera de ese Reino de los Cielos que está dentro de nosotros es inútil buscar. No entenderemos nada.

  6. ¡Hola! mi apreciación «particular» es que ¡no hay que mirar hacia arriba para buscar el cielo!, ya que el cielo (al igual el infierno)están dentro de nosotros mismos, y además «ya que somos todos uno» todo está dentro de nosotros y por ende dentro de nuestro creador. Lo cual no significa que no seamos responsables de nuestro desenvolvimiento, simplemente significa que «nada es por casualidad» significa que «todo está bien tal cual está», significa que «solo y únicamente somos responsables de nuestros propios actos y de ninguno más», significa que no deberíamos mirar al hermano con desidia ya que el es parte de nosotros mismos, significa que cuando miramos un defecto en nuestros hermanos ¡nos estamos mirando al espejo!
    Gracias por estar y compartir, con afecto Jose Maria

  7. Gracias, Jose Maria. En efecto, no hay que «mirar hacia arriba». Los evangelios al lado de “Mi Reino no es de este mundo” afirman también lo siguiente: “El Reino de los cielos dentro de vosotros está”. Hacia ahí hay que mirar, hacia lo más profundo del corazón donde reside la energía divina en nosotros. Es por esto que también estoy de acuerdo con: <<"ya que somos todos uno” todo está dentro de nosotros y por ende dentro de nuestro creador. Lo cual no significa que no seamos responsables de nuestro desenvolvimiento>>.

    Creo que hay que dilucidar un poco esto que dices: “todo está bien tal cual está”, pues entonces no habría nada que hacer, ningún proceso que hacer en el sentido de Buda «eliminación del deseo o del yo para acceder al Reino interior o en el sentido de Jesús «El reino de los Cielos sufre de violencia y sólo los esforzados (esforzados en eliminar su egotismo se entiende) lo conquistan». Pero, en realidad, creo que te refieres a que cuando algo sucede es por el conjunto inmenso de causas y efectos denominados con esa palabra algo gastada «Karma» y, en este sentido, sí, todo es tal como debe ser.

    En efecto, «cuando miramos un defecto en nuestros hermanos ¡nos estamos mirando al espejo!».

    Gracias por tus comentarios y un saludo.

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