La tendencia inevitable de nosotros, seres identificados con la materia y el egoísmo duro como la piedra, es adorar la fuerza.
Admiramos todo lo fuerte, extremado, violento, rígido. Olvidamos que todo lo fuerte está ya cristalizado en una forma y, por tanto, sólo le queda luego la decadencia. Olvidamos que la tormenta más fuerte descarga antes y termina.
Olvidamos que sólo el amor -el verdadero amor y no eso que es sólo egoísmo emocional-, no realiza ninguna violencia y construye algo para siempre.
La eterna sabiduría de este auténtico evangelio del Tao, lo expresa con claridad.
Capítulo LXXVI
Evitar la fuerza
Cuando el hombre nace es suave y flexible.
Cuando el hombre muere se vuelve duro y rígido.
Las plantas y los árboles nacen delicados y tiernos
pero al morir se vuelven secos y ásperos.
Por eso lo duro y rígido son símbolos de la muerte;
lo suave y flexible son símbolos de la vida.
Por lo tanto;
Un ejército demasiado poderoso no vencerá.
Un árbol duro está condenado a ser derribado.
Así; lo fuerte y poderoso deben estar abajo.
Lo débil y lo tierno deben estar arriba.
Gracias por esa simplicidad.
Cuanto más flexibles y tiernos, cultivaremos la generosidad a través de la lentitud.
Saber equilibrar el descanso con la actividad, la muerte con la vida nos dará eternidad.
Un abrazo.
Gracias, Olga por este comentario.
Esta idea del equilibrio tal como la expresas creo que es central.
Un abrazo.
Muy claro, agradable, comprensible…..
Listo para ser incorporado
Gracias
Gracias por el comentario raul.