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Krishnamurti: Libertad.

«Ahora bien, no sé si ven como yo la necesidad de no tener ningún problema, pero no una necesidad fragmentaria, no la necesidad de un día concreto porque se vean forzados subitamente a enfrentarse a una determinada cuestión, sino la absoluta necesidad desde el mismo inicio del propio pensamiento acerca de estas cosas hasta el final de nuestra vida. Es probable que no sientan la urgencia de esto, pero si uno ve de forma muy clara y objetiva, no abstracta, que el estar libre de problemas es tan necesario como el alimento o el aire puro, entonces, partiendo de esa percepción, uno actúa, tanto psicológicamente como en los quehaceres cotidianos, es decir, que está presente en todo lo que uno hace, piensa y siente. […]. Lo fundamental es ver que una mente en conflicto es destructiva, debido a que está deteriorándose constantemente. El deterioro no es una cuestión de vejez o de juventud, sino que sobreviene cuando la mente está atrapada en el conflicto y tiene muchos problemas sin resolver. El conflicto es el núcleo del deterioro y de la decadencia No sé si ven esta verdad Si la ven, la cuestión es cómo resolver el conflicto. […]»

Vemos en las palabras de Krishnamurti que no se trata de huir de los problemas sino de que éstos no destruyan toda nuestra energía. «Sed como niños» dijo Jesús. Actos con absoluta responsabilidad en el amor incondicional a todos.

«Como ya he dicho, para mí, la libertad es de suma importancia. Pero la libertad no puede comprenderse sin inteligencia, y la inteligencia sólo puede darse cuando uno ha comprendido completamente por sí mismo el origen de los problemas. La mente ha de estar alerta, atenta, ha de hallarse en un estado de extrema sensibilidad para que cada problema se resuelva a medida que surge.. De lo contrario, no existe verdadera libertad, sólo habrá una libertad fragmentaria y superficial, la cual no posee valor alguno. Es como el hombre rico que dice ser libre !Dios mío!, es esclavo de la bebida, del sexo, de la comodidad, de un montón de cosas. O como el hombre pobre que dice: «Soy libre porque no tengo dinero», pero tiene otros problemas. Así pues, la libertad y Ia perpetuación de dicha libertad no pueden ser una mera abstracción; para nosotros, como seres humanos, tiene que ser una absoluta necesidad porque sólo pueden amar cuando hay libertad. ¿Cómo pueden amar si son ambiciosos, codiciosos y competitivos?».

En este segundo fragmento de texto, Krishnamurti deja clara la relación entre amor y libertad o no condicionamiento: ¿Cómo pueden amar si son ambiciosos, codiciosos y competitivos?».

¿Cree en Dios Krishnamurti?

Cuando se lee por primera vez a Krishnamurti, nos quedamos algo confusos respecto a la cuestión de si el autor cree o no en Dios. Para intentar aclarar esto un poco diremos primeramente que lo que aparece a la mente cuando en ella se representa el significado de una palabra es un sonido, una imagen asociada en la memoria a algún tipo de información. No aparece el ser la cosa a que se refiere esa palabra. La mente capta ese significado el cual está ligado o condicionado por todo aquello que a lo largo del tiempo hemos experimentado y unido a esa palabra. Pero la mente permanece ajena al ser a que se refiere la palabra. El ser no está ahí. En la cabeza sólo hay un sonido y una imagen a lo sumo.

Dice Krishnamurti: «¿qué es la realidad, qué es Dios? Dios no es la palabra, la palabra no es la cosa. Para conocer aquello que es inconmensurable, que no pertenece al tiempo, la mente debe estar libre del tiempo, lo cual significa que la mente debe estar libre de todo pensamiento, de todas las ideas acerca de Dios. ¿Qué sabéis acerca de Dios o de la verdad? Vosotros, de hecho, nada sabéis acerca de esa realidad. Todo lo que conocéis son palabras, las experiencias de otros o algunos momentos de experiencias propias más bien vagas. Eso, por cierto, no es Dios, no es la realidad; «

Es decir, la palabra «Dios» no es Dios, al igual que la palabra «casa» no es la casa. Tampoco la idea de dios es Dios, como la idea de «casa» no es la casa. La idea de Dios es sólo una forma mental, nunca la realidad Infinita, el Ser originario de todas las cosas, el Ser omnipresente, omniabarcante.

«Para conocer aquello que está más allá del tiempo, – sigue diciendo Krishnamurti- el proceso del tiempo debe ser comprendido; y el tiempo es pensamiento, el proceso de llegar a ser algo, la acumulación de conocimientos. Eso es todo el trasfondo de la mente; la mente misma es el trasfondo, tanto la consciente como la inconsciente, la colectiva y la individual. La mente, pues, debe estar libre de lo conocido, lo cual significa que la mente debe estar en completo silencio, no forzada al silencio. La mente que logra el silencio como un resultado, como consecuencia de una acción determinada, de la práctica, de la disciplina, no es una mente silenciosa.”

Esto supone que sin pensamiento, sin memoria, no puede haber un antes ni un después. Sencillamente porque no podemos reconocer aquello que llega a los sentidos, no podemos compararlo con algo experimentado antes. Por tanto no hay antes ni después, ni siquiera hay reconocimiento: Veo, pero sin memoria no sé lo que veo. El tiempo es enmarcar en algo anterior, ya conocido, comparar con otras cosas que recuerdo haber visto antes.

Sigue diciéndonos Krishnamurti: “Puede que durante un lapso consigáis forzar la mente a estar superficialmente en silencio, pero una mente así no es una mente serena. La serenidad sólo ocurre cuando comprendéis el proceso del pensamiento en su totalidad, porque comprender el proceso es darle fin, y al cesar el proceso del pensamiento empieza el silencio. Sólo cuando la mente está en completo silencio, no únicamente en el nivel superior sino fundamentalmente, en su totalidad, tanto en el nivel superficial como en los más profundos de la conciencia, tan sólo entonces puede advenir lo desconocido. Lo desconocido no es algo que la mente haya de experimentar; el silencio solamente puede ser experimentado, nada más que el silencio. Si la mente experimenta algo que no sea el silencio, no hace más que proyectar sus propios deseos; y una mente así no está en silencio. Por lo tanto Dios, o la verdad, o lo que os plazca, es algo que adviene de instante en instante; y ello ocurre únicamente en un estado de libertad y espontaneidad, no cuando la mente está disciplinada de acuerdo con una norma. Dios no es cosa de la mente, no surge mediante la proyección de uno mismo; sólo adviene cuando hay virtud, es decir, libertad. La virtud es enfrentarse con el hecho de lo que es, y el enfrentarse con el hecho es un estado de bienaventuranza. Sólo cuando la mente está dichosa, serena, sin ningún movimiento de ella misma, sin la proyección del pensamiento, consciente o inconsciente, sólo entonces adviene lo eterno.»


Krishnamurti; La Libertad Primera y Última, Preguntas y Respuestas, 16, La Creencia en Dios.

Meditación

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La mente es el fruto del deseo. El deseo, que es lo fundamental en la naturaleza humana, nace en nosotros causado por un objeto o una meta apetecible. Este objeto mueve el pensamiento y el pensamiento mueve la voluntad. Con todo ello nuestra energía se fragmenta, es decir, se retira de la percepción de la realidad como fluir pleno de la vida y se concentra en el esfuerzo del yo en pos del deseo: el éxito en una empresa, la felicidad bajo capa de liberación, el reconocimiento social o bien la unión con una imagen de dios como idea preconcebida, no con el Dios vivo.

Lo Otro, que trasciende nuestros limitados deseos y pensamientos, no se deja atrapar por redes conceptuales ni por intentos de satisfacciones sentimentales del ego.

Introducimos en estas prácticas el tiempo, el esfuerzo condicionado y el olvido de nuesro Centro real. Introducimos el perseguir algo llevados por la memoria y el condicionamiento cultural y social.

La red que forma el núcleo del «más acá» del ser, del «más acá» de lo Innombrable, sigue condicionándonos como resultado cultural del tiempo y nublando la percepción de Aquello que aparece sin esfuerzo cuando el yo se retira.

Por milenios hemos pretendido liberarnos del yo, del sufrimiento, usando el yo. Es como ponerse de pie sobre una tabla, agarrarla por los dos extremeños y pretender levantarse a sí mismo. Intentar superar el yo desde el yo sólo consigue reforzarlo aumentando la confusión, el desorden, el sufrimiento nuestro y de los demás.

Escuchemos a Krishnamurti. Escuchemos sin interponer imagenes previas, sin barreras.

«Una mente en conflicto, un cerebro que se esfuerza, no puede meditar. Podemos sentarnos por 20 minutos todos los días, pero si el cerebro está en conflicto, si hay pena, ansiedad, dolor, aislamiento interno, ¿qué valor tiene nuestra meditación? Vamos a investigar qué es la meditación, no cómo hay que meditar. Ustedes han pedido que se les diga cómo tienen que meditar, lo cual implica darles un sistema, un método, una práctica.»

«[…] ¿Qué es la meditación? ¿Qué significa esa palabra?»

«[…] Meditación también quiere decir “medida”, “medir”. Nosotros estamos siempre midiendo, o sea, comparando yo soy esto, seré aquello, seré mejor- lo cual es una forma de medida. La palabra ‘mejor’ implica medida. Compararse uno mismo con otro es medir. Cuando uno le dice a su hijo o a alguien que tiene que ser como su hermano mayor, eso es medida.»

«[…] Ahora bien; vivir sin la medida, estar total, completamente libre de toda medida, forma parte de la meditación. No que “estoy practicando esto, y lograré algo de aquí a un año”. Eso implica medida, que es la naturaleza misma de nuestra actividad egotista.»

«[…] Con la meditación cesa la medida, termina completamente la comparación. Vean lo que ello implica que no hay huellas psicológicas. ‘Mañana’ es la medida de lo que está en el tiempo. ¿Comprenden esto? Por lo tanto, la medida, la comparación y la acción de la voluntad deben cesar completamente.»

«[…] ¿Qué es la voluntad? Yo meditaré, me sentaré muy quieto, me controlaré a mí mismo, limitaré mis pensamientos y practicaré todo eso es la acción del deseo, que es la esencia de la voluntad. En la meditación no existe actividad alguna de la voluntad. ¿Comprenden la belleza de todo esto? Cuando no hay medida, ni comparación, ni deseo de realizarse o de llegar a ser, existe el silencio de la negación del ‘yo’. En la meditación está ausente el ‘yo’. Por lo tanto, una mente, un cerebro que está entregado a la meditación, es total. La totalidad de la vida es meditación no un periodo de meditación cuando uno está meditando. La meditación es el movimiento total del vivir. Pero nosotros hemos separado la meditación como algo aparte de nuestra vida; es una forma de relajación, como tomar una droga.»

«[…] mientras que en la meditación, cuando no existe el medir, cuando no hay acción de la voluntad y de la mente, el cerebro está por completo libre de todos los sistemas. Entonces hay un gran sentido de libertad. En esa libertad hay orden absoluto, y eso es lo que debemos tener en la vida. Entonces, en ese estado de la mente, hay silencio, no el anhelo, el deseo de tener una mente quieta. En ese estado, la mente está libre de medida. Y es en esa libertad que hay orden absoluto, silencio.»

Krishnamurti,  La mente que no mide.

El aquí y el ahora como camino hacia la iluminación

ECKHART TOLLE

EL PODER DEL AHORA. UN CAMINO HACIA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL

CAPÍTULO UNO: USTED NO ES SU MENTE

«Cuando usted dice Ser ¿está hablando de Dios? Si es así ¿por qué no lo dice?

La palabra Dios se ha vuelto vacía de significado a través de miles de años de mal uso. Yo la uso a veces, pero lo hago poco. Por mal uso entiendo que las personas que nunca han tenido ni un atisbo del reino de lo sagrado, de la infinita vastedad que hay detrás de esta palabra, la usan con gran convicción, como si supieran de qué están hablando. O argumentan contra él, como si supieran qué es lo que están negando.

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Liberación

La Liberación o transmutación es la tarea esencial a acometer por cada ser humano. Es lo perseguido a lo largo de milenios por el saber taoísta, por el Zen, por la Alquimia, por el Budismo, el Yoga, el Hermetismo, la Gnosis, y por todos aquellos sistemas que, lejos de aspirar sólo a algunas técnicas para suprimir el dolor físico o psicológico -o, aún peor, conseguir éxitos en la vida material-, aspiran a la liberación definitiva y total del Espíritu, mediante la transfiguración o transmutación que crean un alma nueva y un nuevo cuerpo.

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Krishnamurti: donde hay observador no está la luz ni el amor

«La libertad consiste en ser luz para uno mismo; enton­ces la libertad no es una abstracción, una cosa invocada por el pensamiento. La verdadera libertad lo es con res­pecto a la dependencia, al apego, al anhelo de experien­cias. Ser luz para uno es estar libre de toda la estructura del pensamiento. Es en esta luz que toda acción tiene lugar, y por eso la acción jamás es contradictoria.

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Tres piadosos egoístas

 

¿Cómo comprender que personas entregadas a algo que se considera bueno puedan ser crueles? Los sutiles pero potentes defectos y vicios -del espíritu en este caso, que no tanto los groseros vicios del cuerpo-, pueden perseguir al ser humano incluso en grados aparentemente elevados de nuestra lucha por la liberación o por la santidad -no importa demasiado la denominación que demos al proceso de Iniciación en sus diversos grados.

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Pensamiento y Amor

Para ilustrar cómo por muchas vueltas que le demos a la cabeza no podemos con el sólo pensamiento y con la sóla preocupación cambiar la realidad del amor existente en nosotros. Para aclarar que  con el sólo interés egoísta y el deseo no podemos conseguir que el mundo se rinda a nuestros planes de posesión y de conseguir la felicidad. Para ver que la felicidad verdadera surge solamente cuando nos entregamos sin cálculos al bien de los seres amados y, más en general, a procurar el bien de todos los seres humanos sin distinciones, quiero presentar un texto de Krishnamurti. En él plantea la relación entre pensamiento, memoria y amor.

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Relación y aislamiento

El ser humano es esencialmente relación. Nadie nace solo, nadie vive solo, nadie se desarrolla en sus potencialidades humanas viviendo en soledad. Ya decía Aristóteles que el hombre que vive solo es o una bestia salvaje o un dios.

Estando nuestra vida constituida inevitablemente en relación con los demás, nadie existe sin una génesis biológica (sus padres), sin una génesis social que le ha procurado el crecer y madurar y sin una génesis cultural que le conforma  según la sociedad de su época y le  da el marco para su existencia personal. Somos el otro, el semejante, el cual nos constituye por dentro y por fuera.

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El silencio mental: Cuando el observador no existe, aparece lo Otro

Todo esfuerzo de la mente inferior o mente concreta, esa mente que se desenvuelve por los razonamientos que realiza mediante los conceptos, la descripción de las propiedades de las cosas concebidas, mediante la comparación, la argumentación, etc. es un esfuerzo que está determinado por el pasado y dirigido por el deseo de un objetivo. Es un pensamiento limitado, preso de lo determinado, un pensamiento para lo útil y lo técnico en todo caso, no un pensamiento de la liberación, de la iluminación, de una felicidad distinta de los goces y sufrimientos de este mundo que nos causan congoja, depresión, miedos y demás emociones, bien por causa del mal que esperamos o del bien que tememos perder.

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