Con frecuencia nos encontramos confusos: malestar, sentimientos encontrados, falta de claridad mental. No estamos centrados y en paz. En estos casos, algunos de nosotros pensamos no estar bien, espiritualmente hablando.
Sin embargo, el espíritu en sí mismo permanece tranquilo más allá de nosotros mismos y si conseguimos dejar a un lado el yo, no hacernos caso a nosotros mismos, confiar en lo interior y abandonar deseos y cabezonerías, de pronto encontramos la paz.